A mediados del siglo V comenzó la colonización en masa de la antigua provincia romana de Britania . por parte de tribus germánicas por los anglos, jutos y sajones, procedentes del norte de Germania y de Jutlandia, produciéndose con ello la conquista gradual de la isla, que no culminaría hasta el 825, fecha en que los anglosajones alcanzaron la península suroccidental de Cornualles.
Los ingleses llaman a esta época «The Dark Ages», los Tiempos sombríos o la Época oscura, pues apenas hay crónicas disponibles durante este período, si se exceptúa la obra de Gildas De Excidio Britanniae. Ésta es la época en la que vivió el legendario Rey Arturo, que no era más que un caudillo celta que, al estilo de Vercingétorix, unió a las tribus britanas contra un invasor al que, por lo demás, combatió con éxito.
Los germanos invadieron en primer lugar la costa oriental de la isla: Primero Kent, luego Sussex, el valle del Támesis, Wessex y la zona de York (Deira), para más tarde proceder hacia el interior. Alrededor del año 500 las crónicas continentales mencionan que los británicos habían derrotado a los sajones en la batalla del Monte Badon (Mons Badonicus), en los alrededores de Bath. El avance germano se detiene hasta el 556, en que los romano-britános son derrotados en la batalla de Deorham (Durham), reanudándose con ello el avance sajón.
Según la tradición, Arturo fue el caudillo que derrotó a los sajones en el monte Badon, y que puso en jaque durante varias décadas no sólo a los sajones, sino también a los pictos y a los piratas irlandeses que asolaban la costa occidental. De ahí que fuera recordado con veneración por la memoria popular, que hizo de él un adalid de la patria celta, considerándolo no sólo como un rey benefactor en tiempos pretéritos, sino también como una especie de futuro Mesías céltico que vendría a liberar a los galeses y a los córnicos del yugo inglés.
Y murió en 1519 en Innsbruck
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